sábado, 1 de marzo de 2008

Los comentarios al estilo Revista Cosmopolitan






El glamour no ocupa un espacio en mi vida diaria. El pasado jueves, salí de la casa con el cabello empapado, no me dio tiempo sino de peinarme y hacerme una cola. Tomé el primer mototaxi que encontré en el camino y me enrumbé al Mercado de Quinta Crespo. Luego de perseguir a los fiscales del Indecu que veían los precios del pollo, la carne y los huevos, el presidente del organismo anuncia que realizarán una inspección sorpresa en una granja avícola en San Antonio de los Altos. Por primera vez desde que lo nombraron en el cargo hace dos semanas, invitan a los periodistas a acompañar al Indecu en la jornada. Así que acepté la invitación.


Cuando menos lo pensé estábamos subiendo por la Panamericana. Llegamos en 30 minutos a la granja avícola La Ponderosa. A la entrada un aparato que trata las aguas negras, presagiaba que el sitio no era precisamente el ideal para andar glamorosa. Recorrimos las instalaciones y llegamos al área de limpieza y empaque de los pollos. El olor era característico, el piso todo empapado de agua, no había forma de evadir los charcos. El ruedo del jean rozaba el suelo engrudado de un líquido acuoso mezclado con la sangre de los pollos. Pese a mis intentos de caminar de puntita, igual el daño estaba hecho, me embarre con el agua sucia. Por tratar de esquibar los charcos, me puse a un lado de la sala de matanza de pollos. Cuando me percaté estaba de pié, justo en una balanza inmensa que pesa las cajas de pollos. Inmediatamente mire y una pantalla grande señalaba con letras rojas 68,5 kilogramos. ¡Dios lo que me faltaba, embarrada de agua podrida y ahora recordándome el sobre peso¡ Para mi estatura tengo alrededor de 12 o 13 kilos demás.




En fin, entrevistamos el presidente del Indecu, y emprendí el regreso a Caracas. Llegue al trabajo como a las 3 de la tarde. Comí rápidamente y comencé a escribir la nota.


Por un momento se me había olvidado el olor a pollo remojado y la sensación de haber pisado el suelo enlagunado (...), cuando se acerca una colega y me dice -tocándome las puntas del cabello-: "Creo que necesitas como un baño de crema, tienes algo de horquetilla y un poco reseco el cabello". No podía creer semejante comentario tan revista Cosmopolitan que escuchaba luego pasar un día en medio de pollo y carne. No entiendo el empeño de la gente de estar tan afanado por la apariencia física. ¿Será que de esa forma se gana el cielo?


Menos mal que por ahora en el trabajo no juzgan por la ropa, o quizás estaría raspada en moda y glamour, ya que están a punto de realizar las evaluaciones anuales para el aumento de sueldo.


Se preguntarán que respondí al comentario tipo de revista Cosmopolitan. La verdad no dije nada. Me quedé pensando en el bendito piso encharcado y en olor desagradable del pollo de la granja.

4 comentarios:

Dakar dijo...

Mi cielo que te puedo decir..eso es Venezuela. Por estos lados la gente no esta tan pendiente de esas cosas.

A ver si a esa le suben el sueldo...

Claudia Hernández dijo...

Vivo en Alemania, soy venezolana, y le comenté a una compañera de clases, japonesa, que en Venezuela, la gente no se corta para decirte: estás gorda. Mi compañera abría la boca al tiempo que se la tapaba, mostrando su horror ante tal falta de maneras. ¿quién le importa los kilos demás de otro? odio ese rasgo de nuestra cultura

Anónimo dijo...

Lo que hiciste es lo mejor que se puede hacer ante comentarios como ése. No vale la pena ni siquiera responder.

Anónimo dijo...
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