“A las mujeres les gustan los chicos malos”, esto suelen decir los hombres que por x o y razón no han tenido la suerte de que “un culito” les preste atención. Igual decimos las mujeres “a los hombres les gustan las chicas malas”, cuando nos sentimos frustradas porque por ser “buenas”, nos sacan el cuerpo. Creo que ambos sexos estamos a mano.
Lo que tengo que reconocer es que esa cultura de lo ordinario que hasta hace poco rondaba solo en la clase media baja, y porque no decirlo, en los barrios de Caracas, ha llegado a ser tan popular que ha traspasado a toda la sociedad. Escuchar a Alejandro Sanz con el chico de calle 13 (esperen que busco en Google el nombre), René Pérez, es demasiado bueno.
La letra de esta estrofa, aunque ordinaria, esta llena de un erotismo que puede convencer a la más mojigata: “oye mai, no seas cruel que hoy me puse perfume de clavel y he llegao como un pincel, para paseártelo por la piel si no hay ningún motel pues debajo del mantel, mujer yo voy a ser franco si tú no me lo das yo te lo arranco”.
Es así tan claro como el agua a una chica hoy no se le convence son sutilezas, el avance tecnológico se ha quedado pendejo con el avance que ha experimentado el comportamiento de los adolescentes. El viernes fui a una fiesta de una chica que cumplió 17 años, todo un acontecimiento sociológico.
Los grupos estaban divididos de la siguiente manera:
Las niñas buenas y calladitas de un lado.
Las malas y las tipo lésbicas del otro con sus respectivos chamos.
Los papis buscando cazar de un lado.
Y de repente la cumpleañera dice: se tiene que apagar la luz del salón de fiesta porque los chicos no quieren bailar con la luz encendida.
La reacción inmediata de los padres fue la de rechazar esa propuesta, e incluso no entendían por qué razón no podían bailar reggaetón con la luz encendida.
La repuesta llegó: “pero tu no vez que los chamos quieren arrecostar el tostón y sin la luz es mejor”, dijo un pana gocho (adulto contemporáneo, mayor de 35 años) que se encontraba en la fiesta.
Dicho y hecho, las luces se apagaron y la fiesta comenzó de una, todos las mojigatas, las lésbicas, las bichas, las mamis, los papis, los tímidos todos comenzaron a bailar desenfrenadamente. El derrape total. Sólo los calmó el sonido de un merengue pasado de moda que colocó la madre.
Un amigo a quien le comenté esta escena me dijo: “Y en Maracaibo como le llamarán entonces a esto recostar el patacón”.
Lo que tengo que reconocer es que esa cultura de lo ordinario que hasta hace poco rondaba solo en la clase media baja, y porque no decirlo, en los barrios de Caracas, ha llegado a ser tan popular que ha traspasado a toda la sociedad. Escuchar a Alejandro Sanz con el chico de calle 13 (esperen que busco en Google el nombre), René Pérez, es demasiado bueno.
La letra de esta estrofa, aunque ordinaria, esta llena de un erotismo que puede convencer a la más mojigata: “oye mai, no seas cruel que hoy me puse perfume de clavel y he llegao como un pincel, para paseártelo por la piel si no hay ningún motel pues debajo del mantel, mujer yo voy a ser franco si tú no me lo das yo te lo arranco”.
Es así tan claro como el agua a una chica hoy no se le convence son sutilezas, el avance tecnológico se ha quedado pendejo con el avance que ha experimentado el comportamiento de los adolescentes. El viernes fui a una fiesta de una chica que cumplió 17 años, todo un acontecimiento sociológico.
Los grupos estaban divididos de la siguiente manera:
Las niñas buenas y calladitas de un lado.
Las malas y las tipo lésbicas del otro con sus respectivos chamos.
Los papis buscando cazar de un lado.
Y de repente la cumpleañera dice: se tiene que apagar la luz del salón de fiesta porque los chicos no quieren bailar con la luz encendida.
La reacción inmediata de los padres fue la de rechazar esa propuesta, e incluso no entendían por qué razón no podían bailar reggaetón con la luz encendida.
La repuesta llegó: “pero tu no vez que los chamos quieren arrecostar el tostón y sin la luz es mejor”, dijo un pana gocho (adulto contemporáneo, mayor de 35 años) que se encontraba en la fiesta.
Dicho y hecho, las luces se apagaron y la fiesta comenzó de una, todos las mojigatas, las lésbicas, las bichas, las mamis, los papis, los tímidos todos comenzaron a bailar desenfrenadamente. El derrape total. Sólo los calmó el sonido de un merengue pasado de moda que colocó la madre.
Un amigo a quien le comenté esta escena me dijo: “Y en Maracaibo como le llamarán entonces a esto recostar el patacón”.
6 comentarios:
chaborros somos
Recostar el toston.. se dice de mil y una forma (todas groseras).
Creo que la moda de ahora es lo mas sucio y loco que hay, despues de esto imposible que venga algo peor!.
bailar con la luz apagada es mejor porque se hacen muchas tremenduras, aprovecha uno lo que tiene que aprovechar y es muy fino.
Nia
cada generación tiene su forma de ser. recuerdo la lambada, era lo más escandaloso de mi época. En fin trataré de seguir el comportamiento de los adolescentes de hoy, capaz y hago una tesis del tema jjejeje
Bueno.. jajaja demasiado bueno, con eso de la luz apagada recuerdo que tuve que sacar a mi tio de la fiesta de quinceaños de su propia hija, es decir mi prima, por la misma razón "pero es que no pueden bailar con la luz prendida" gritaba mi tio de forma escandaloza.
Los tiempos cambian y siempre se dice que lo actual es lo "peor", en los años 70 la minifalda era escandalosa, ahora ni pantaletas se ponen, y las que se ponen se les ve el hilo, tambien como bien dice katy estaba en su momento la lambada y eso es un juego religioso comparado con el regeton en las discotecas, seguro estoy que dentro de 20 años tendremos algo mas "inmoral" que bailar regeton con la luz apagada.
Aprovechen y ya...
Eso de apagar la luz no es de ahora.Me acuerdo que cuando mi sobrina cumplio los 15 años le hicimos una fiesta en la casa y los lolos no entraban a la fiesta porque la luz estaba prendida.Cuando se apagó y sin que mi mamá se diera cuenta del apagón,recien empezo la fiesta.Esto ocurrió en el año 1984.Te invito a mi blog,el tuyo lo encuentro muy bueno.
Saludos desde Iquique,Chile
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