Las 7 de la noche, la cola era tal, que la camioneta hacia mi casa que normalmente pasa por la avenida San Martín, se desvió y pasó justo frente a mi trabajo. ¡Que suerte!
Subí a ese vehículo con la sensación de haber entrado a una vieja discoteca. Me sentí como en la típica tasca discoteca ubicada en una de las esquinas del pueblo de Chichirivichi, en el estado Falcón, a la que entré en julio de 2000.
La cola en Caracas estaba fuerte. Pero el clima fiestero en el autobús destartalado, hacía llevadero el tráfico. Con las luces rojas, amarillas y verdes; y la melodía de "Alma Gemela" de Gilberto Santa Rosa se pasó el tiempo.
Me quedé cerca de la entrada, como tienen la costumbre varios pasajeros que se empeñan en trancar el paso justo en la puerta. Yo no podía hacer menos. Pero es que pasar a la última parte del autobús me generaba cierto temor. Como quien entra en una cueva donde encontrará una mala sorpresa.
Cuando el autobús se adelantó a la cola y se quedó otra vez estacionado por el cine porno que queda al lado del diario El Nacional, uno de los pasajeros contesta su celular. El chico intentaba convencer a su novia, esposa o marinovia, que estaba en una cola en pleno centro de Caracas. Pero el ambiente discotequero de la camioneta navegó por la señal móvil de tal manera, que no convenció a la cuaima al otro lado de la línea.
"Pero mi amol, estoy en El Silencio. Ah pues no me clees. Es en serio Mariana, hay mucha cola". Del otro lado de la línea la mujer seguro le decía: "Y esa música, tu crees que yo me chupo el dedo"
Él le decía: "Es en la camioneta, sabes que hablamos en la casa", dijo algo incomodo ante las miradas de otros pasajeros cercanos a él, por la ley de la gravedad que se ejerce entre los cuerpos, cuando se está en una camioneta en la hora pico y sin un espacio para estirar los brazos, o te acusan de querer robar a alguien.
El chico en vano le trató de explicar a la cuaima que como cualquier caraqueño se había quedado atrapado en el tráfico un día de pago de quincena.
Jocosamente una señora le dice: "Mijo, pero tenía que decirle exactamente por dónde estaba para que ella se ubicara y le creyera" .
Si claro, semejante consejo dije yo. Seguramente el chico tenía que describirle la zona: "Voy en una camioneta tipo discoteca, justo entre las esquinas de Puente Nuevo a Puerto Escondido en pleno centro de Caracas. Donde queda el cine que pasa películas porno que esta ubicado en El Nacional y una tasca de mala muerte donde las meseras tienen pinta de colegialas fugadas de clase y con varios días de calle. Ah y cerca de la pensión Florencia y al cruzar el hotelito La Rosa Mágica. Más adelante una bodega tipo licorería llena de tipos que se gastan todo el sueldo bebiendo y en la otra esquina unos recoge latas desordenan toda la basura..." ahí mismito se encontraba el chico.
La destreza del chofer nos permitió esquivar el tráfico, casi salimos a la esquina que da al puente San Juan. Finalmente se regresó a la avenida San Martín, justo por la plaza Capuchinos. Un grupo de personas trancaban el tráfico. No esperé que se subiera una chica en esa esquina, cuando ya le estaba preguntando qué pasaba. Algo dentro de mí tenía la esperanza de que el motivo de la tranca fuese una manifestación pacífica de los cerros, pidiendo al Presidente conciliar o volver a renovarle la concesión a RCTV. Pero que va, la respuesta fue: "Parece que mataron a otro motorizado, porque llegó la camioneta del forence del CICPC o antígua PTJ, y hay un poco de gente aglomerada que no deja pasar los carros".
¡Válgame Dios! nos levantamos con malas noticias y atardecemos con malas noticias. Así esta Caracas estos días.
Ya finalizando el tour y olvidándonos un poco de la tragedia ajena, me conformé con el chisme ajeno. No faltaba más. Al bajarme no podía dejar de desearle suerte al chico para que la fulana cuaima Mariana, le creyera. "Adiós, y suerte con Mariana".
¿Será que las mujeres podemos llegar a ser tan insoportables que no le creamos a un chico como este, atrapado como tantos en el tráfico de la capital. Pero que gracias al jolgorio de los choferes por lo menos podemos llegar a casa tarareando una melodía?
¿O es que nos han hecho tantas, que ya no creemos ni el padre nuestro?
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5 comentarios:
jajaja chama que bueno esta el cuento. jajajajaja
comienzo Cita... ¿Será que las mujeres podemos llegar a ser tan insoportables que no le creamos a un chico como este, atrapado como tantos en el tráfico de la capital. Pero que gracias al jolgorio de los choferes por lo menos podemos llegar a casa tarareando una melodía? Cierro cita
pueden ser peores....
jaja Las dos cosas: somos en ocasiones insoportables y en otras ellos han hecho muchas¡
Saludos
Eso si es verdad que fino la historia. suerte a todos los chicos yo me considero una chica liberal x mi haga lo que le de la gana hay que darle espacio a los chicos y no nos demos mala Vida x ellos a la final chamos hay a monton lo q pasa es q la mayoria ahora se metieron a gay Xd..............
el cuento esta muy bueno jejeje... y en cuanto a las 2 preguntas, yo soy partidaria de la 2da opción, Nos han hecho tantas que ya no les creemos ni el Padre Nuestro xD
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